¿El dragón se muerde la cola? Contradicciones de la expansión China

en El Aromo n° 33

Por Juan Kornblihtt – La expansión china asomó en toda su dimensión en el 2001 y pareció una salvación para el capitalismo. En plena crisis mundial, sus altas tasas de crecimiento y su desenfrenado consumo de materias primas trajeron alivio a las bolsas de valores. Muchas empresas instalaron allí sus fábricas en busca de bajos salarios y tasas de explotación elevadas. Pasados 6 años de ese boom, con la economía de los EEUU empezando a enfriarse y con la posibilidad de entrar en recesión, la comprensión del desarrollo de China se vuelve fundamental. El debate más fuerte entre los economistas es si China podrá desacoplarse de los EEUU y zafar de la caída del consumo que un freno en su crecimiento puede implicar. Por el lado de algunos marxistas, como el caso del francés Francois Chesnais, el desafío es mayor.1 Según su planteo, las contradicciones de la economía yanqui no estallarán porque China tiene la capacidad financiera de salvarla. En definitiva, la cuestión está planteada en dos escenarios. O estamos ante la perspectiva de una crisis mundial por el estancamiento de las ganancias y el creciente capital ficticio expresión de una sobreproducción que no encuentra forma de realizarse, o China permite una larga fase de expansión con aumento de la explotación y de la fortaleza del capitalismo a nivel mundial.

Expansión hacia fuera: rezando al tío Sam

La clave de la economía china son las exportaciones. A pesar del gran mercado que implica-rían los millones de chinos como consumido-res, el capital no se basa en el consumo sino en expandir sus ganancias. En ese sentido, resulta más redituable para los inversores una clase obrera con salarios miserables que les permita exportar. Sobre la base de una creciente proletarización del campesinado manejada por el Gobierno chino, las empresas tanto nacionales como internacionales han establecido allí sus fábricas al resguardo de una tasa de explotación fabulosa.

El grueso de la economía está supeditada a realizar su producción en el mercado mundial. Ese mercado estuvo constituido, en el 2005, casi en un 40% por las empresas y consumidores de los EE UU.2 Por esta razón, la creciente debilidad de la economía del gran país del norte y un posible freno en su consumo son una señal de alerta. Con una agravante más. Gran parte del déficit comercial de los EEUU se sostiene gracias al financiamiento que implica la compra de Bonos del Tesoro por parte de países extranjeros. China es el segundo poseedor de bonos extranjeros por una cifra superior a los 300 mil millones de dólares, sólo superado por Japón3. La tenencia de bonos implica que gran parte del consumo de los EEUU es financiado por países como Japón y China, que viven del consumo de los estadounidenses. A la vez estos consumidores sostienen su demanda gracias a las hipotecas y los créditos. Toda esta compleja estructura de capitales a interés debe en algún momento corresponderse con ganancias reales. Pero la situación del creciente déficit de los EEUU y la incipiente caída de los precios de las inmuebles que sostienen las hipotecas y los préstamos familiares, colocan sobre la mesa la posibilidad de que EEUU empiece a tener un crecimiento mucho más lento, e incluso algunos pronostican una recesión hacia el 2007. Esto implicaría un freno en el consumo de los EEUU, lo que pondría de manifiesto que gran parte de los créditos son impagables. ¿Resultado? El dólar empezaría a bajar y perdería valor en el mercado internacional. Esto desataría una cadena de problemas para los países que poseen Bonos del Tesoro. Por un lado, verían reducidas sus reservas y así su capacidad financiera de afrontar las crisis4. Al mismo tiempo, una devaluación del dólar implicaría una dificultad para exportar mercancías a los EEUU. O una reducción de la ganancia de las empresas que operan dentro de los EEUU. En definitiva, una recesión estadounidense implicaría mucho más que una merma en el mercado ex-portador de China. Como dice el economista Roubini, “un estornudo en EEUU puede implicar un resfrío en el resto del mundo5”. De nuestra parte agregamos que, como veremos, eso tiene más posibilidades de ocurrir si la economía China no está sana y alberga dormido en sus entrañas virus peligrosos.

Interior complicado: sobreproducción y ganancias en baja

La gran pregunta de los economistas a partir de la posible desaceleración de la economía de los EEUU, es si China podrá desacoplarse de los EE UU a tiempo. Es una pregunta interesante, pero en sí misma esconde una trampa: parte de la idea de que cada país puede tener una dinámica propia e independiente. Las economías nacionales pueden desarrollar su capital en forma autónoma y nacional en muy pocos períodos extraordinarios. Esto explica que las tendencias tengan forma global más que nacional. Y China no es la excepción. Su economía está marcada cada vez más por las grandes inversiones de capitales privados nacionales y extranjeros, tanto en forma directa a través de la instalación de sus filiales, como indirecta a través del crédito, en reemplazo de las empresas estatales.6 Esto como señalamos permitió un crecimiento a tasas impensadas, pero también elementos que muestran que la crisis se alberga también en sus entrañas.

Para quienes creen que una recesión en los EEUU no implicará un freno en la expansión china, la clave es el aumento del consumo chino, que debería permitir absorber la caída de demanda estadounidense. La perspectiva de expansión del consumo interno ha sido adoptada como una estrategia del Gobierno desde el 2004 y ratificada en el 2006. Sin embargo, un estudio del Instituto de Economía Inter-nacional7, muestra que este giro es difícil de conseguir y ni siquiera ha empezado a ocurrir. El consumo interno de China era en los ‘80 un 50% del PBI. En los ’90, esa cifra se redujo al 46%, mientras que desde el nuevo milenio bajó al 40% con un piso del 38% en 2005. El mismo informe señala que en los EEUU, el consumo interno representa el 70% del PBI y en Inglaterra del 60%. Esta falta de consumo interno está marcada por las características de la inversión china. La rápida industrialización, como señalamos, se da de la mano de una masa de campesinos expulsados del campo y convertidos en mano de obra extremada-mente barata. A los bajos salarios, se le suma que la creación de nuevos puestos de trabajo está estancada. Entre 1978 y 1993, el empleo crecía un 2,5 por ciento anual. Pese al fuerte aumento de la inversión, a partir de 1993 el empleo crece a una tasa de sólo el 1 por cien-to. “La estrategia de crecimiento basada en una inversión intensiva en capital que emergió en los ’90 parece haber contribuido a bajar la creación de trabajos por la simple razón de que las industrias de acero y otras de bienes de capital emplean mucho menos trabajadores por unidad de capital que las industrias livianas de consumo, sin mencionar las comparaciones con mucho menos favorables con las industrias de servicios”, explica el informe.8 Este fuerte aumento de la inversión sin expansión del mercado interno coloca a China ante una creciente sobreproducción. Es lo que la prensa económica ha dado en llamar “recalentamiento” de la economía. En 2005, la demanda de acero era de 350 millones de toneladas. Y la capacidad china era de 470 millones, a las que se suman plantas en construcción con una capacidad de 600 millones más. Situación similar atraviesan otras ramas de la producción, como el aluminio, con exceso de 2,6 millones de toneladas, la industria automotriz, con 2 millones de excedente, y plantas en construcción con capacidad para entre 2,2 y 8 millones de autos más.9

Esta capacidad productiva en aumento implica la imprescindible necesidad de volcar su producción al mercado externo. Pero, además, refleja un exceso de capitales para apropiarse de la plusvalía lo que llevará a la necesidad de destrucción de capital sobrante. El resultado es una creciente merma en la rentabilidad del capital. La situación de las ganancias de las empresas generó un debate entre el Banco Mundial y los inversores. Mientras el primero sostiene que no hay problemas, grupos de inversores advierten de una merma en los beneficios. Aunque no es fácil sacar una conclusión firme sobre la evolución de las ganancias, ya que como reconocen los participantes del debate, las estadísticas oficiales no son muy confiables, como tampoco las ofrecidas por las empresas.10 Con todo, el informe del IIE muestra que la caída de las ganancias es un problema real. Según allí se relata, la sobreproducción llevó en 2005 y 2006 a una caída de precios. Por supuesto se tradujo en una baja de ganancias que impidió a muchas empresas pagar sus préstamos. Para evitar una caída de la banca, el gobierno de China hizo uso de sus reservas e inyectó miles de millones de dólares con el único fin de que las empresas pateen hacia delante el pago de sus vencimientos.11 Aunque permitió salir del paso, al igual que lo ocurre en EE UU, el crédito no soluciona el problema.

No todo lo que brilla es oro

La expansión china obnubiló a muchos. Sus cifras macroeconómicas, sus exportaciones, su consumo de materias primas, su capacidad hasta incluso desafiar en alguna oportunidad políticamente a los EEUU, dejó planteado si estábamos ante una nueva era del capital. Sin embargo, el devenir de la economía china tiene más de viejo que de nuevo.

En primer lugar, su principal mercado es la economía de los EEUU. Su consumo está sostenido con el déficit comercial y el aumento de los créditos internos y externos. Su deuda externa es la más grande del mundo. ¿Y quién la financia? China y Japón en gran medida. Podría decirse, sin caer en simplificaciones, que China se compra a sí misma cuando le vende a EEUU. Pero, como vimos, no sólo una caída del consumo es la preocupación. Otra opción es una devaluación del dólar. Esta situación coloca a China en una encrucijada. La mayor parte de sus reservas están en esa divisa. Ante el temor de una devaluación, una opción es cambiar de moneda de respaldo. Pero esto afectaría sus propios intereses ya que implicaría profundizar el sentido devaluatorio del dólar y reducir así el valor de sus reservas.

Ante esta fragilidad del mercado externo, la opción parece ser el mercado interior. Esto implica otras contradicciones. Los capitales invertidos apuestan a altas ganancias e incluso ya algunos no pueden recuperar su inversión. Focalizarse en el mercado interno implicaría por un lado valorizar el Yuan y al mismo tiempo aumentar los salarios internos. Esto llevaría una menor competitividad a escala internacional con lo cual habría menos ganancias para los inversores por su menor capacidad exportadora y a la vez habría menor recaudación. Si el Estado chino recauda menos, sus reservas se reducirán y tendrá menos capacidad de comprar Bonos del Tesoro de los EEUU, es decir de financiar el consumo de sus exportaciones. Como muestran las cifras analizadas, la fuerte expansión industrial lleva a un recalentamiento y a una posible baja de las ganancias. Esta amenaza de la caída de tasa de ganancia fruto del aumento de la tecnología sobre la fuerza de trabajo y la creciente sobreproducción ponen sobre el tapete que la fortaleza de China no es tan grande. Si su propia expansión comienza a carcomer sus propias bases, aún más difícil es pensar en una expansión autónoma que salve a la economía de los EEUU y a la del mundo.


Notas

1Véase la entrevista que le realizamos en su última visita a Buenos Aires, en estas mismas páginas.
2US-China Trade Statistics and China World Trade Statistics, Cámara de Comercio EEUU-China: www.uschina.org/statistics/tradetable.html
3Major Foreign Holders of Treasurity Securities en www.ustreas.gov/tic/mfh.txt
4Sobre la situación de la economía mundial y el de-bate sobre la crisis ver www.razonyrevolucion.org/ HTML/dbt/crisis.html
5Roubini, N.: “12 Reasons Why the World Will Not De Couple From Coming U.S. Growth Solwdown…Or “Why When the U.S. Sneeze the World Gets Cold”, en www.rgemonitor.com, junio de 2006.
6FMI, República Popular de China, “Staff Report for the 2005 Article IV Consultation”, 8 de Julio de 2005. “Box 3: Who is Financing China Invest-ment?”; p. 25.
7www.iie.com
8Lardy, N.: “China: Toward a Consumption-Driven Growth Path” en Policy Brief in international economics, nro. PB06-06, Institute for International Economics, octubre de 2006. p. . Traducción propia.
9Kwan, CH: “Improving Investment Efficiency in China through Privatization and Financial Reform” en Nomura Capital Market Review Vol. 9 Nro. 2.
10Ver más sobre este debate en Roach, S.: “The Great Chinese Profits Debate”, 6 de octubre de 2006 en www.morganstanley.com/GEFdata/di-gests/20061006-fri.html
11Lardy, N.: op. cit.; p. 5.

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