La leyenda de los comerciantes. Pauperización y proletarización del pequeño capital comercial argentino

en El Aromo n° 37

Por Sebastián Cominiello – En la era de los shoppings y los hipermercados, la imagen del almacenero o del carnicero de barrio parece haber pasado al recuerdo. Aunque hoy en día se hayan reactivado ciertos sectores, la gran mayoría de los pequeños comerciantes fueron barridos del mapa, a partir de la instalación de grandes cadenas comerciales, la mayoría de capitales extranjeros. Este proceso no es más que uno de los resultados que provocó la concentración y centralización de capital en la Argentina en las décadas de los ´80 y ´90. La consecuencia fue el empobrecimiento y, en algunos casos, la proletarización de una capa de la pequeña burguesía, que ya no pudo seguir reproduciéndose como tal y debió entrar en relaciones asalariadas. Sin embargo, este proceso no estuvo exento de lucha. Como veremos en este artículo, los pequeños comerciantes enfrentaron los ataques del gran capital hacia sus condiciones de existencia. ¿Que acciones desarrollaron? ¿Qué demandas levantaron? ¿Con qué organizaciones contaron para enfrentarse a las grandes cadenas de supermercados y a los shoppings? Veamos los hechos.

La pulseada

Podemos situar el inicio de este proceso, como señalamos más arriba, en el comienzo de la década de 1980, con la transición de la dictadura al gobierno alfonsinista. Según los censos económicos nacionales, entre 1985 y 1994, desaparecieron cerca de 64.000 negocios tradicionales, lo que trajo como consecuencia que 125.000 personas quedaron sin trabajo.1 Este panorama ya sombrío recibe un nuevo golpe a mediados de los ‘90, con la instalación de shoppings e hipermercados. En el Gran Buenos Aires, en cinco años (1992–1997), se habilitaron 160 shoppings.2 El 78% eligió los distritos urbanos que rodean a la Capital Federal. Todos fueron beneficiados con ordenanzas de excepción, como lo aseguró el diputado provincial Alejandro Mosquera (Frepaso).3 En 1996, el “tequila” también tuvo efecto en los comercios, produciendo la desaparición de 55.400 comercios. De acuerdo con los datos de la Federación de Cámaras y Centros Comerciales de la República Argentina (Fedecámaras), el sector comercial pasó un año negro también en 1997: en doce meses, sobre un total de 850.000 comercios existentes en todo el país, 25.150 tuvieron que colgar en sus vidrieras el fatídico cartel de “cierre definitivo”.4 En la ciudad de La Plata, el problema cobró una fuerte visibilidad cuando se instalaron Wall Mart y Carrefour. Desde ese momento, la capital provincial pasó de tener 113.877 establecimientos en 1996, a 105.909 en 1997.5 Algo similar ocurrió en Lomas de Zamora donde, luego de la apertura de Jumbo y Carrefour, cerraron 800 comercios.6 El fenómeno se reflejó también en las ventas, que cayeron entre un 10% y un 15%.7 En tanto que, sólo con las compras de fi n de año, los hipermercados aumentaron las suyas en un 25% respecto del año anterior.8

Por último, según la Coordinadora de Actividades Mercantiles (CAME), durante los últimos seis meses de 1999 se cerraron 30.000 comercios en todo el país.9 La pulseada ya se encontraba en su última etapa y con un ganador claro: las grandes cadenas de hipermercados. Frente a esta situación, veamos de qué manera los pequeños y medianos comerciantes intentaron resistirse a este proceso de centralización y concentración del capital.

Lo que supieron hacer (y no pudieron conseguir)

En los primeros años de la década de 1980, los comerciantes, principalmente del sector alimenticio, tuvieron que enfrentarse al alza de los precios. Uno de los productos en donde este fenómeno sobresalió, fue la carne. Para 1982, el precio del producto aumentó en algunos casos en un 100% con respecto a meses anteriores. Por esta causa, la Confederación Argentina de Propietarios Carniceros llamó a un cese de actividades el 7 y 8 de septiembre de ese año. El boicot fue acatado en un 80% en la Capital Federal y el GBA. También se sumaron las carnicerías de las provincias de Buenos aires, Santa Fe, Córdoba, Mendoza, La Pampa y San Juan.10 El 13 de noviembre de ese mismo año, nuevamente los carniceros de Capital Federal, decidieron no comprar carne con sobreprecio, algo frecuente para esos días, y suspender las ventas al público. El problema surgía porque los frigorífi cos aumentaban los precios y los carniceros, al no poder trasladar esa suba al consumidor final, veían evaporarse su ganancia.11

El mes de noviembre de 1987, los comerciantes y su principal organización, la Coordinadora de Actividades Mercantiles (CAME), rechazaron el paquete impositivo que había propuesto el Gobierno. A su vez, le propuso a la UIA la conformación de un frente único para accionar políticamente en conjunto frente a esa situación crítica. Según las declaraciones de la Federación de Comercio de la Ciudad de Buenos Aires y otras entidades, la disminución en las ventas para 1987, con relación al año anterior, fue de un 40%.12 Otro de los problemas que tuvieron que enfrentar los comerciantes está vinculado con la liquidación del IVA. Dado que los comercios debían pagar un porcentaje mayor de este impuesto (el llamado IVA simplificado) en comparación con el que pagaban los consumidores, la CAME lanzó una campaña de boicot. Recomendó a los comerciantes que practicaran las liquidaciones del IVA en función de las normas previstas para el régimen general, cuyo monto impositivo era menor, comunicando a la DGI tal actitud. Por su parte, la Mesa de Enlace Nacional del Comercio Minorista pidió a la DGI la suspensión del IVA simplificado para los comerciantes minoristas.13

Los comerciantes fi nalmente salieron a la calle con la llegada de las cadenas de hipermercados. El escenario mas frecuente de protesta fue la ciudad de La Plata. Por ejemplo, el sábado 11 y domingo 12 de octubre de 1997, más de 600 comerciantes de esa ciudad ocuparon con sus automóviles, durante todo el fi n de semana, las playas de estacionamiento de los hipermercados Carrefour y Wall Mart, situados, uno al 1600 y el otro al 1800 del Camino General Belgrano. Los comerciantes se manifestaron en contra de la política de comercialización de los hipermercados que ofrecían mercaderías con precios supuestamente por debajo del costo.14

El 20 de mayo de ese año, un millar de comerciantes de Capital Federal y Gran Buenos Aires se reunieron en el teatro Avenida para reclamar contra los abusos de los hipermercados. Dicha reunión la convocó la CAME, después de presentar un proyecto de ley en la Defensa de la Competencia, ante las comisiones de comercio de ambas cámaras del Congreso.15

En 1999, los empleados y locatarios de comercios de la estación ferroviaria de Once realizaron una protesta, con corte de calle y apagón simbólico, contra el desalojo de esos locales, dispuesto por la justicia federal el 29 de mayo de ese año.16 El 7 de octubre, los pequeños comerciantes, en una caravana de más de 1.000 vehículos por el centro de la Capital Federal, se manifestaron por la situación económica y pidieron a los candidatos presidenciales, Fernando de la Rúa y Eduardo Duhalde, que no autorizaran la instalación de nuevos hipermercados porque destruirían sus fuentes de trabajo.17

El 24 de octubre de 2000, nuevamente la CAME estudió la posibilidad de declarar en estado de alerta a los comercios de todo el país. Su objetivo era hacer conocer los problemas del sector y, especialmente, la urgente necesidad de que se regulara la instalación y funcionamiento de hipermercados y se prohibiera la apertura de comercios los domingos y feriados. Como lo demuestra un cálculo de CAME, en aquel año, por cada puesto de trabajo que creaba un hipermercado, desaparecían 7,5 en el pequeño comercio.18

La CAME, el 19 de octubre de ese mismo año, reunió unos 2.000 autos y organizó una caravana hasta el Congreso. La falta de acceso al crédito, la lucha contra el contrabando y la presión fi scal, fueron los principales reclamos de los comerciantes. Frente al Congreso, Cornide, titular de la entidad, pidió de nuevo que se suspendiera la instalación de hipermercados por seis meses. Luego entregó al presidente de la Cámara de Diputados, Rafael Pascual y al diputado Horacio Pernasetti, de la Comisión de Comercio, un petitorio con medidas urgentes para revertir la crisis del sector. La situación era cada vez más grave. Según Raúl Lamacchia, titular de la Cámara de Actividades Empresarias Bonaerenses (CAEBO): “Desde el tequila, de 1994, hasta hoy desaparecieron en todo el país unos 300 mil comercios”.19

Nuevamente la CAME, el 12 de diciembre de 2001, en plena vigencia del corralito, convocó a un bocinazo y a un cacerolazo que tuvo como epicentro la Plaza de Mayo; uno de los más recordados dentro de las protestas próximas al Argentinazo. Su demanda se dirigía contra las restricciones para el uso de dinero en efectivo y por la preocupación por la fuerte caída en las ventas.20

Dos veces con la misma piedra

La “primavera” kirchnerista les ha dado a los pequeños y medianos comerciantes un leve respiro, que redundó en una relativa mejora en su situación. Sin embargo, la tendencia general no se ha revertido, aunque resulten difíciles de creer las cifras que las entidades mercantiles desparraman por todos los medios cada vez que pueden. Si las aceptáramos, debiéramos pensar que, o la población entera de la Argentina se dedica al comercio minorista, o que éste ya ha desaparecido por completo, algo que, a simple vista, es falso. No sólo se trata de guarismos probablemente exagerados, sino que no parecen contemplar que, así como muchos comercios cierran, muchos otros se abren. La pequeña burguesía es un caldero del que permanentemente salen y entran todo tipo de ingredientes. Un conteo más realista queda para más adelante. Lo cierto, sin embargo, es que las fuerzas que llevaron a la concentración y centralización de capital que sufrió la Argentina en la década del ´80 y marcadamente en los ´90, no se han eliminado. Por otro lado, la constante suba de precios y alquileres se ha convertido en un problema acuciante para los pequeños comerciantes, ya que obstaculiza todavía más su difícil competencia con las grandes cadenas.

Como vimos en el artículo, esta fracción de la pequeña burguesía, utilizó sus organizaciones para combatir el proceso de pauperización y proletarización. La situación objetiva se desarrolló de manera tal que produjo un acercamiento entre las condiciones de vida de algunas fracciones de la pequeña burguesía y el proletariado. Esta es la base que permitió una confluencia momentánea de intereses que se rompió con el afianzamiento del gobierno Kirchner y que se evidencia en la centralidad que asume la preocupación por la “seguridad”. Indudablemente, este viraje debe estar detrás del triunfo de Macri. Sin embargo, la confianza que tengan los pequeños comerciantes en la marcha del capitalismo “nacional” puede llevarlos a tropezar nuevamente con la misma piedra. Su historia demuestra que el sistema tiene muy poco para ofrecerles.


Notas

1Clarín, 11/1/1998.
2Clarín, 6/2/1998.
3Ídem.
4Clarín, 11/1/1998.
5Clarín, 6/2/1998.
6Idem.
7Idem.
8Idem.
9Clarín, 8/10/1999.
10Clarín, 9/9/1982.
11Clarín, 14/11/1982.
12Clarín, 29/11/1987.
13Idem.
14Clarín, 13/10/1997.
15Clarín, 21/5/1997.
16Clarín, 30/5/1999.
17Clarín, 8/10/1999.
18Clarín, 25/9/2000.
19Clarín, 15/5/2000.
20Clarín, 13/12/2001.

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