La otra cara de un “progresista”. El informe Prebisch al gobierno de la “Revolución Libertadora” – Marina Kabat

en Clase obrera/El Aromo nº 51

prebisch_raul-informe_preliminar_sobre_la_situacion_economica Raúl Prebisch ha pasado a la historia económica y de las políticas económicas como un  “progresista”. No estará de más, entonces, repasar el informe presentado al gobierno  militar sobre el problema de la productividad de la industria argentina, en el que resalta  su preocupación por lo que, en criollo, debiera llamarse aumento de la tasa de  explotación.

 “Hay que decirles a las masas que produzcan más y aumenten su  productividad”1

 Señor Ministro del Ejército, señores ministros, señores generales, señores almirantes y  brigadieres, señores jefes y oficiales: Es para mi un honor, que mucho agradezco al  señor presidente del gobierno provisional y al señor ministro del ejército, el poder venir  aquí esta mañana a conversar de temas económicos de gran trascendencia presente y  futura para la vida económica de nuestro país. Agradezco también al señor ministro del ejército las generosas palabras que se han referido a mi actuación.
El país señores pasa por una crisis muy aguda en su economía. Esta es una crisis de crecimiento; en los últimos diez años el país argentino apenas ha aumentado el producto por hombre en 3,5%, o sea la tasa de crecimiento que en un solo año han tenido otros países como Colombia, Brasil y México. (…) Debíamos señores haber crecido en un 30% en estos últimos años…Ese crecimiento del 30% el país tendrá que lograrlo en los próximos tres o cuatro años… Y es posible hacerlo, pero para hacerlo hay que adoptar con energía y decisión, una serie de medidas que el gobierno ha comenzado a tomar. Ante todo es esencial para la reconstrucción económica del país restablecer la producción agropecuaria (…)
Solamente hay dos formas de compensar el alza del costo de vida (…): en primer lugar, que el alza de sueldos y salarios que el país deberá hacer en los grupos más afectados por la inflación sea absorbida por los beneficios de los empresarios. Y en segundo lugar, que haya aumentos inmediatos de productividad (…)
En cuanto al aumento de la productividad, he tenido días pasados una reunión con gente que conoce a fondo el problema en las industrias argentinas. Y todos ellos han estado contestes en que podría aumentarse la productividad entre un 30% y 40% por la misma maquinaria, simplemente organizando mejor el trabajo y dando incentivos al trabajador para que aumente su producción. Se me dijo que esto debiera tomar algún tiempo porque no hay la suficiente cantidad de técnicos en el país para ayudar a las industrias a mejorar sus métodos y aumentar su eficiencia. Pero se me agregó que podrían obtenerse aumentos inmediatos de producción  del orden del 10% al 15% en términos medios, aumentos inmediatos por la mejor utilización de la mano de obra, sin que eso cause una fatiga adicional, sin que eso signifique un aumento de las horas de trabajo, simplemente mejoras en los procedimientos de trabajo bajo supervisores más eficaces que los que hoy tienen las fábricas y que están en las mismas fábricas, pero que no han sido en muchos casos, por razones gremiales, debidamente elegidos, o facultados a proceder adecuadamente. Se teme que este aumento de productividad traiga desocupación. Creo que hay que evitar la desocupación a toda costa. Estos mismos señores han opinado categóricamente, que de acuerdo con su propia experiencia, hay en las fábricas posibilidades de reabsorber la mano de obra que pudiera quedar desempleada por el aumento de la productividad.(…)
Se ha mencionado con cierta insistencia la posibilidad de un remedio simple: de disminuir el aportes jubilatorio; yo tengo simpatía por ese remedio (…) pero no hay que hacerse grandes ilusiones en esta materia por una razón muy sencilla. Los aportes jubilatorios van a parar íntegramente a las arcas fiscales. Toda la recaudación dada por los aportes se está gastando por el Estado, no solamente en obras públicas, como debió haberse hecho, puesto que el ahorro de la comunidad tienen que capitalizarse en obras productivas, sino, lo que es muy serio, buena parte del aporte jubilatorio se está gastando en cubrir el déficit corriente de la administración. Se están pagando sueldos, salarios y gastos con el aporte jubilatorio. De esta manera que para reducir el aporte jubilatorio sin aumentar el déficit ya grave que tiene el país, sería necesario achicar los gastos de la administración en general, exigiría despedir personal en masa, porque buena parte de estos gastos son en sueldos y salarios, y el país no puede crear una perturbación de la magnitud que significaría el despido en masa del personal de la administración. Tendrá que irse realizando en forma gradual a fin de no crear perturbaciones mayores que el mal que se trata de corregir (…)
No siempre señores las mejores soluciones son las que políticamente parecen más fáciles. Muchas veces he oído en los últimos tiempos, “lo que usted dice no es político”, “lo que usted dice puede enajenarnos las masas populares” Yo insisto hay que decirles a las masas que produzcan más y aumenten su productividad. (…) El obrero argentino era objeto de orgullo para nosotros. Hace algunos años venía alguna empresa extranjera y hacía comparación de habilidad, de la facilidad con que nuestros obreros producían, de su consagración al trabajo y decía frases halagadoras para nosotros. ¿Por qué no va a volver a ser el obrero lo que ha sido antes? (…)

El despido en masa … no es una solución aconsejable aún… 2

La inflación argentina tiene un doble origen. Por un lado, los aumentos masivos de sueldos y salarios, no acompañados de aumentos de productividad. Por otro lado, la expansión del crédito bancario para cubrir el déficit (…)
El país tiene grandes posibilidades para aumentar la productividad, que ha descendido sensiblemente y evitar los trastornos de la inflación de costos. Sin embargo, aumento de productividad significa tener que desplazar trabajadores a otras ocupaciones que se expanden. Mientras el país no recupere vigorosamente su impulso dinámico, disponiendo de más maquinarias y equipos y de fuerza motriz para moverlas, no podrá aprovechar plenamente esas posibilidades de aumentar su productividad. (…)
En los transportes de la ciudad de Buenos Aires es estima que de las 48 mil personas que allí trabajan habría por lo menos un 15% de las cuales podría prescindirse. En los ferrocarriles trabajan aproximadamente 200 mil personas (…) [aquel] incorporado en años de actividad máxima, ha conservado su puesto no obstante no ser indispensables sus servicios (…) Del mismo modo, parece que habría exceso de personal en los frigoríficos. (…) En el campo estricto de la actividad privada podrían citarse numerosos casos, pero baste, en este informe, mencionar el ejemplo notorio de la construcción; (…), la cantidad de horas de trabajo necesarias por metro cuadrado de construcción parece ser casi el doble de antes. (…) La proporción de los sueldos y salarios en el ingreso total argentino era antes relativamente baja. Así en 1945 fue apenas de 46,7% y en 1954 ha pasado a 59,6%, incluyendo los aportes jubilatorios, (…) Ha habido pues un mejoramiento neto de la proporción correspondiente al sector de obreros y empleados, que también ha ocurrido en otros países en virtud del desarrollo económico. (…) Es conocida la índole de este proceso: al aumentar la productividad, una parte creciente del incremento pasa a las masas trabajadoras, tanto por fuerzas que actúan espontáneamente como por el instrumento impositivo y la acción sindical, que es de importancia decisiva en la corrección de las fallas distributivas del capitalismo, cuando se ejerce con pleno sentido de su responsabilidad colectiva.
Desgraciadamente, la forma en que este fenómeno se ha cumplido en la Argentina ha traído serios problemas. Primero, el aumento de la proporción de los sueldos y salarios en el ingreso total, no se ha visto acompañado por el aumento de la productividad media por habitante (…); por tanto, para que este aumento se cumpliera ha sido necesario, entre otras cosas, afectar desfavorablemente el ingreso de los productores rurales, con las graves consecuencias que ello trajo consigo, o incurrir en un serio proceso de descapitalización, especialmente en los transportes y la misma agricultura (…)
No basta que por mejores procedimientos de trabajo aumente el producto por hombre en las fábricas, el campo y los transportes. El aumento de productividad dejará gente sobrante; en algunos casos esa gente podrá aumentar la producción en las ramas en que ya se encuentra trabajando, pero en otras tendrá que desplazarse hacia diferentes ocupaciones. En una economía dinámica este desplazamiento se opera sin mayores dificultades, pues surgen de continuo nuevas ocupaciones y se amplían las ya existentes.
Pero tal no es el caso presente de la economía argentina, tanto por el grado deficiente de energía como por la falta de divisas para importar bienes de capital. Mientras esos dos obstáculos no se eliminen, las posibilidades prácticas de aumentar la productividad cuando ello signifique dejar gente cesante serán limitadas. Esto no quiere decir que no vayan a presentarse. La construcción de oleoductos y gasoductos a que se ha hecho referencia; la implantación de nuevas industrias sustitutivas de importaciones; la realización de trabajos públicos que no requieran cuantía apreciable de materiales importados; la construcción de viviendas en la medida que no traigan aumento en la presión inflacionaria y, finalmente, ciertos tipos de demanda de brazos en las actividades rurales, presentarán oportunidades de absorción de la mano de obra redundante. Pero para la solución de este problema en la escala exigida por el restablecimiento de la economía argentina, el país tendrá que salir previamente de la grave situación en que se encuentra en materia de energía y de capacidad de pagos exteriores.
Conforme ello vaya ocurriendo se presentará la oportunidad de acometer resueltamente el problema de la productividad. Hay, por esto, que precaverse contra las soluciones simples. El despido en masa, aparte de sus derivaciones de otro orden, no es una solución aconsejable aún desde el punto de vista estrictamente económico, por las consecuencias desfavorables que tendría en una economía seriamente afectada en sus fuerzas de crecimiento, como lo es la argentina. Solamente el pleno restablecimiento de sus factores dinámicos permitirá afrontar en sus vastas proyecciones el problema primordial de la productividad (…)

NOTAS

1Tomado del Informe preliminar, conferencia del 21/12/1955, folleto publicado por la Secretaría de Prensa de la Nación.
2Tomado del Informe final, publicado en la Memoria Anual del Banco Central de 1955.

 

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