Un verdadero regalo… – Por Romina De Luca

en El Aromo n° 89/Entradas

Roto-Regalo-3La base del “milagro k” en ciencia y técnica no fue otra que la del empleo precario tanto para becarios como para investigadores jóvenes, la titulación más que la producción de conocimiento científico y la formación de recursos humanos para subsidiar al sector privado.

Romina De Luca
Gabinete de Educación Socialista-CEICS

Desde hace varias semanas, los trabajadores científicos se encuentran en estado de alerta y movilización. Los órganos de producción científica no parecen escapar al contexto de ajustes y despidos que se intensificaron a partir del ascenso de Mauricio Macri al poder. El kirchnerismo, a través de “Científicos Autoconvocados”, pretendió organizar la “resistencia” haciendo, primero, campaña por Scioli en el ballotage, y luego negando que la gestión k guardara algún parecido con la impronta ajustadora de Cambiemos. De hecho, la continuidad en funciones del mismo Lino Barañao fue presentada como el “locus” del “aguante”. El nuevo presidente del CONICET, Alejandro Ceccatto, coincidió con el anterior, Roberto Salvarezza, en el diagnóstico: el “organismo” no tiene por qué absorber todos los recursos humanos en formación, debe mejorar la aplicabilidad de lo que produce y articular con el sector productivo.1 Esta coincidencia “ajustadora” de kirchneristas y macristas no es sorprendente. Fue el CONICET K el que inició la expulsión de científicos allá por 2011-2012, cuando las primeras camadas de los becarios debían tramitar el ingreso a carrera. De hecho, la base del “milagro k” en ciencia y técnica no fue otra que la del empleo precario tanto para becarios como para investigadores jóvenes, la titulación más que la producción de conocimiento científico y la formación de recursos humanos para subsidiar al sector privado.

Se busca joven

Uno de los aspectos que el kirchnerismo utiliza para la construcción de su discurso pro-ciencia reside en la expansión de la planta de investigadores del CONICET y su distribución regional más equitativa.2 El primer aspecto se verifica en las cifras: en 2003, CONICET contaba con 3.694 investigadores; hacia junio de 2015, 8.856.3 Los investigadores asistentes pasaron de 508 a 3.130, los adjuntos de 1.511 a 2.738, los independientes de 1.071 a 2.012, los principales de 443 a 804 y los superiores de 161 a 172. La “federalización de la ciencia”, no: para 2003, el 60% de los investigadores estaban en CABA y Buenos Aires; en el 2015, el 59%.

A decir de sus presidentes, el CONICET se hallaba completamente envejecido hasta que los vientos patagónicos llegaron. Las cifras avalan estas afirmaciones, porque la incorporación de investigadores se dio, sobre todo, en la franja más joven. Si en el 2003, el 13% de los investigadores tenían menos de 40 años de edad y casi el 40%, menos de 50, para el 2015, los porcentajes eran del 34% y del 36% respectivamente.

Sin embargo, otras áreas de recursos humanos, tan importantes como la de los investigadores, permanecieron estancadas. La planta del personal de apoyo, por ejemplo, tenía en 2007 unos 2.319 agentes; en 2015 la cifra era apenas mayor: 2.507. Inclusive si se mira en perspectiva histórica, la cantidad de personal de apoyo se redujo, porque, en 1992, había 3.266 agentes. En términos etarios, sufrió una evolución opuesta a la de los investigadores.4 Ese achicamiento brinda un primer ejemplo de una situación sintomática: la precariedad del trabajo de unos y otros, porque la expansión del staff de investigadores no se vio acompañada del personal de apoyo necesario. El resultado: la sobrecarga de trabajo sobre los equipos de investigación y sobre los mismos trabajadores de apoyo, que deben asistir a cada vez más investigadores.5 Ello hace que el investigador, teniendo que atender otros asuntos, no puede concentrarse full time en su labor específica.

Otro de los elementos claves en la ampliación del staff científico se daría en la incorporación de investigadores en formación. Si para el 2003 el CONICET contaba con 2.351 becarios, en junio de 2015 la cifra ascendió a 10.573. Mientras que en los ’90 se entregaban 300 becas por año,6 ya en 2004 la cifra había ascendido a 1.300. Así, entre investigadores-becarios e investigadores de planta, el CONICET pasó de un staff de 6.045 investigadores, en 2003, a otro tres veces mayor (19.429) en 2015. La comparación con los 90 arroja resultados aun más favorables: en 1992 el organismo contaba con 2.854 investigadores y 1.930 becarios.

Pero estos “éxitos” numéricos en becarios, se transforman en cifras de desempleo crecientes cuando se observa el pase a carrera. Ni la cantidad de becarios postdoctorales ni las plazas para el ingreso a la carrera del investigador científico, logran absorber a la masa de becarios. El resultado: se forman doctores y se pagan líneas de investigación que quedan en la nada luego del período de beca. El CONICET se convierte en una fábrica de doctores inútiles y desempleados que terminan recalando en la actividad privada o yéndose fuera del país. En el mejor de los casos, una mano de obra barata y precaria para el capital.

Precarios y descartables

Ser joven para el CONICET implica formar parte de una de las categorías con mayor precariedad laboral en la cadena científica. En efecto, el mayor crecimiento de la planta del CONICET se dio gracias al programa de becarios y al ingreso de investigadores en las categorías iniciales. Para el CONICET, el becario es un joven graduado que realiza estudios de doctorado o tareas de investigación postdoctoral con exclusividad, a cambio de un “estipendio” mensual. No es considerado trabajador, sino un contratado a plazo fijo. Percibe una cobertura de A.R.T. y una obra social unipersonal (comprende al becario y no a su grupo familiar) concedida luego de un gran proceso de lucha de las organizaciones de becarios. No realizan aportes jubilatorios, ni pueden sindicalizarse, careciendo de indemnización por despido y de licencias por enfermedad. Son contratados por un plazo de cinco años para la realización de su doctorado y por dos más para investigación postdoctoral. En el pasaje de un contrato al otro, el postulante debe concursar nuevamente.

La carrera se interrumpe al producirse el ingreso a, precisamente, “carrera”. La expansión de becarios que no tendrán posibilidad de continuar, pone sobre la mesa la naturaleza puramente propagandística de la política K en CyT. Ya a partir del año 2010, las primeras camadas empezaron a sufrir los efectos del “cuello de botella” del organismo. Ya en 2011, se calculaba que el organismo había despedido a casi 1.000 investigadores formados solo ese año.7 Entre el 2010 y el 2013, ingresó a la carrera del investigador la mitad de los que se postularon.8 Los salarios son otro ítem importante. Un becario doctoral de CONICET percibe, a la fecha, un “estipendio” de $12.000.

La precariedad laboral se consuma en un sistema completamente autoritario que deja a los investigadores indefensos frente al “organismo”. En la reforma del reglamento de becas, el CONICET autorizó a los directores a pedir la desvinculación de becarios y al mismo organismo a hacer lo suyo si el becario pretende cambiar de director o lugar de trabajo. Pero la precariedad no es privativa de becarios. Quien trabaje en la categoría de investigador asistente (la más baja en el escalafón) puede ser despedido si no logra promover al escalón siguiente, luego de 5 años de permanencia. Para las restantes, se aclara que “el paso de una clase a otra es un hecho que eventualmente podrá producirse, pero no se considera como algo que normalmente deberá ocurrir” (artículo 39º inciso b del Estatuto). Es decir, no existe ninguna promoción reglada. Por otra parte, ni asistentes ni adjuntos gozan del derecho de licencia anual con goce de sueldo cada seis años, beneficio que sí perciben las categorías independiente, principal y superior (artículo 28º inciso b, del Estatuto). Las exigencias de productividad del trabajo son también mayores para la categoría asistente. Mientras todas las restantes clases presentan informes bianuales, los asistentes deben presentar informe de actuación todos los años (artículo 33º, inciso c). Este es un punto importante porque las evaluaciones de los informes son las que deciden la permanencia o no del investigador dentro del organismo. La acumulación de dos informes consecutivos “no aceptables” para la categoría asistente o de dos bianuales, habilita al CONICET para dejar al agente cesante (artículo 39º).

La precariedad se vuelve un arma de dominación, porque son unos pocos los que evalúan y deciden si un informe es aceptable o no. La decisión es tomada por un grupo reducido de personas tanto en la Comisión Asesora como en la Junta de Calificación y Promoción. No son públicos los criterios sobre las que se decide la actuación, con lo cual el investigador no puede verificar si su caso se trató justamente o no. En general, se reconoce que la pauta de la publicación es la vara que mide la suerte de los investigadores. Ahora bien, un año es un período muy corto para medir los resultados, sobre todo considerando que el promedio de evaluación de cualquier revista oscila en los seis meses. Así, el investigador se ve obligado a publicar a como dé lugar. La devaluación de las publicaciones (que crecen en cantidad) es el resultado esperable de la lógica de la “productividad” ciega. Los salarios de los investigadores de carrera tampoco son mucho mejores que los de los becarios. Si inició su carrera de investigación como becario, al no sumar antigüedad, descontado el impuesto a las ganancias y aportes sindicales, un asistente percibe un salario de poco más de $16.000. Por eso es que hay casi tantos investigadores en el exterior como en CONICET: según datos del 2012, había 6.000, repartidos entre Estados Unidos, Brasil, Francia y España.9

Mano de obra barata

Además de alimentar a la ciencia en el extranjero con doctores producidos a costa de la población argentina, el kirchnerismo ha hecho también su aporte a los explotadores locales. En los últimos años, el organismo profundizó “una política de apertura y vinculación con la sociedad…” Solo en el 2004, el realizó asesorías para Barrick S.A., Cadbury Stany SAIC,  CARBOX S.A., CGM ADITIVOS ARGENTINOS S.A., Cotagro, para el diagnóstico de genes y tratamiento de enfermedades con GENTROL LLC., por el proyecto de explotación de Pascua Lama con GROOTH SRL, HYDRONAV ARGENTINA SA. y TOTAL AUSTRAL SA, con los laboratorios RICHET SA. y TEMIS LOSTALO S.A., Novopharma SRL, Tecnolab, Petrobras, YPF, entre otras.10 A eso se suma una centena de convenios con empresas como Sancor, Danone, Siderca, Pluspetrol, Dupont, etc. Bajo el kirchnerismo, el CONICET también instaura la categoría de “investigador en empresa”11 y promueve las becas cofinanciadas por compañías como Molinos Río de la Plata, Siemens, Techint, Nestlé, Novartis, Cementos Avellaneda, Galplast, Tecnoplant, entre otras. Tal como el mismo organismo reconoce “el área de la salud es quizás una de la que más impulso ha tenido” y generó desarrollo de vacunas, anticuerpos e inmuno-génicos, de fármacos y servicios de última generación en genómica médica.12 En el 2011, firmó un convenio con un consorcio de empresas entre las que se encontraban Indear SA, Bioceres S.A., Bioceres Semillas S.A., Kiñewen S.A., Produsem S.A., Rizobacter Argentina S.A. y Satus Ager SA., para el desarrollo de forrajeras transgénicas y de la industria láctea.13 Entre 2001 y 2005, las asesorías y la vinculación del CONICET con distintas empresas se multiplicó por seis y el último año más de 70 becarios investigaban en compañías como Petrobras, Siderca, SanCor, Monsanto e Intel, entre otras.14

En resumen, esta fue la política K: mano de obra barata y precarizada para el capital local y extranjero, de la que puede prescindirse fácilmente cuando se le ocurra al patrón. No deja de ser un buen regalo a la administración entrante, que, en CyT, es la misma que ya estaba. Así se explica todo.

Notas

1En sus declaraciones Salvarezza reconocía que sobre una muestra del 932 casos, el CONICET absorbía en su planta de investigadores a apenas el 52% de los recursos que formaba. La Nación, 22/1/2013.

2Recordemos que, si bien el CONICET es el principal organismo de ciencia y técnica, no es el único lugar donde se produce ciencia en Argentina. En 2013, el Ministerio de Ciencia y Técnica registraba un total de 83.225 investigadores y becarios de jornada completa y parcial en organismos públicos, universidades públicas y privadas, empresas y entidades sin fines de lucro.

3Se trata de las cifras oficiales suministradas por el organismo en su página web. Se puede consultar online en: http://goo.gl/OyB5hG.

4Personal de Apoyo Autoconvocado. Disponible en: http://goo.gl/GVilUr

5Véanse, al respecto, las declaraciones de repatriados en 2010. Disponible en: http://goo.gl/CuFTRO

6El dato es de 1997. Nota de Telam, septiembre de 2009. Disponible en http://goo.gl/unVLeu

7La Nación, 11/12/2012. Disponible en: http://goo.gl/Ec2wy

8La voz, 20/01/2014.

9Tiempo Argentino, 12/08/2012. Disponible en: http://goo.gl/BCjlIk

10CONICET: CONICET. Año 2006, Buenos Aires, 1º edición, p. 136.

11Resolución CONICET N° 452/03, Anexo I.

12Pagina institucional del CONICET. Disponible en: http://goo.gl/aNaVv8

13Web de Produsem. Información disponible en: http://goo.gl/0A6RKs

14Universia. Disponible en: http://goo.gl/mfUuP3

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