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    El poema musicalizado por Paco Ibáñez, no contiene todas las estrofas de la poesía de José Agustín Goytisolo. Hermano de dos novelistas, Juan y Luis, José formó parte de la Escuela de Barcelona y de la Generación de los ’50, que marcaron un nuevo comienzo de la poesía española tras la guerra civil. Burgués de origen, la muerte de su madre por una bomba franquista marcó su futuro político de opositor al régimen. No se afilió nunca a ningún partido, pero el franquismo lo sospechó siempre de comunista, quizás por su gusto por Antonio Machado, Pablo Neruda, Cesare Pavese y Pasolini. Echará fama más allá de España gracias a su amistad con Paco Ibáñez y otros cantantes que pondrían música a sus versos, como Joan Manuel Serrat y Rosa León. Traductor de Borges al catalán, sus Palabras para Julia parecen, a primera lectura, una carta de un padre a su hija, aunque Julia era la madre de Goytisolo. Aquí preferimos interpretarla en el primer sentido: alguien que parte a la lucha y le pide a los que quedan que sigan su huella. La música de Paco Ibáñez, antifranquista censurado, valenciano admirador de George Brassens y Atahualpa Yupanqui y musicalizador de Alberti, Góngora, Blas de Otero, Gabriel Celaya, Quevedo y Miguel Hernández, entre otros, no podría ser más bella. En nuestra versión, el canto comienza junto al piano sin introducción, en anacrusa,(17) para ser enseguida acompañado por el piano. Este instrumento realiza, toda la primer parte, arpegios en tresillos de corcheas(18), luego se suma la guitarra con unos acordes que empujan hacia delante y realzan la tercera estrofa del texto. En la instrumentación de este tema se pueden escuchar guitarra criolla, voz y piano en la primer parte, mientras que, a partir del segundo estribillo, se incorporan la guitarra eléctrica, el bajo y la batería. El juego melódico de la guitarra criolla contrapunteando a la melodía principal tiene un carácter cálido, los contracantos son, en su mayoría, suaves y dulces, lo que contrasta con la guitarra eléctrica que realiza frases más violentas, mas duras. Llegando al final, en lugar de cantar el último estribillo, como lo hacen la mayoría de los intérpretes, decidimos terminar el texto con la estrofa que finaliza diciendo “tú debes comprender, que yo aún estoy en el camino”. Seguido de esta frase llega la coda de la mano de unos platillos que la anuncian, mientras la melodía principal está a cargo de la guitarra eléctrica y el piano hace una segunda voz.
   John Newton (1725-1807), escocés y autor de este himno, llegó a capitán de navío como traficante de esclavos. Celebra en su letra el momento en que se convirtió, “por la gracia de Dios”, al abolicionismo, del que se transformaría en un militante sobresaliente. Amazing Grace se convirtió, a su vez, no sólo en el emblema musical del abolicionismo, sino en el de la lucha negra en general. En los Estados Unidos es una especie de himno paralelo, cantado por innumerables intérpretes de todo el mundo, entre los que se destacan Elvis Presley, Aretha Franklin, Joan Báez, Sinead O’Connor, Paul Robeson, Cassandra Wilson, Ani di Franco, Rod Stewart y muchísimos más. También las versiones y los instrumentos utilizados varían enormemente: en cherokee, folk, celta, la versión Star Trek, en gaita, saxo, clarinete, guitarra, a capella, órgano, con la trompeta de Louis Armstrong, por coros de Gospel, etc. ¿En qué consiste la gracia maravillosa que tocó al caminante? En descubrir para sí la confianza que le da saber el encontrarse en el camino verdadero. Lo que viene es difícil, pero es la vida verdadera, la de la lucha que fundará un nuevo mundo. En nuestra versión, para componer la introducción se respetaron los intervalos de la melodía original pero tocada en modo menor y en las dos cuerdas más graves de la guitarra (instrumento solista). De esta manera se intenta transmitir una situación de profundo dolor, el mismo que da paso a la voz de Sonia Abán, ya en modo mayor, representando la fuerza y el valor. Hacia el final aparece la gaita, instrumento de batalla escocés que nos viene a mostrar, con ese sonido tan particular, que la vida es lucha.

   Tracy Chapman, cantante y antrop óloga, nació en 1964 en Cleveland, EE.UU. Comenzó cantando en la calle, en pubs y cafés nocturnos, pero le llegó la fama mundial en 1988, cuando recibió cuatro Grammys por su primer disco, que incluía Fast Car, su primer gran éxito. Políticamente de izquierda, rechazó participar en el Live 8 por considerar que esos eventos son inútiles. Sus letras tienen una mezcla de drama personal y política que la emparientan con Silvio Rodríguez. En Talking… Tracy demuestra que sabe leer más allá de la superficie y captar la bronca y la esperanza que anidan en el proletariado norteamericano, el más embrutecido, el más sojuzgado. Aun aquellos que parecen dar lástima, aun aquellos que parecen pedir limosna pueden estar hablando de revolución… Con esta certeza en mente, el caminante puede avanzar, sabiendo que no estará solo el resto del camino, aunque al principio encuentre pocos a su lado. En esta versión, un homenaje a Bolivia, buscamos sintetizar el internacionalismo. Se trata de una canción norteamericana, o sea, cantada en un inglés particular y que suena casi como un hip-hop del Bronx. Nosotros la trasladamos a Bolivia, cuna de grandes manifestaciones obreras y surgió un huayno. Sin podernos despegar del todo de nuestra condición porteña, la interpretación vocal sufre la influencia del tango arrabalero, pero cantado en inglés como su versión original. El resultado es un huayno, cantado en inglés como si fuera un tango.


(17) Comienzo de una obra a partir de la segunda mitad (o después del primer compás).

(18) Tres corcheas que entran en el tiempo de una negra, razón por la cual suenan “más rápido”


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