¡Ay, Carmela!, tema popular frecuentemente asociado con la Guerra civil española, en realidad tiene su origen en la lucha de las guerrillas contra las tropas de Napoleón en 1808. El contenido de su letra varió con el tiempo, rellenándose según conviniera al momento político, siempre significando la resistencia contra una potencia superior. En el transcurso de los años su letra se adaptó a las circunstancias sociales y políticas. Se la conoce también como El paso del Ebro, en honor al Ejército del Ebro, glorioso contingente republicano que frenó durante 113 días la embestida de las tropas franquistas, muy superiores en número, tecnología y apoyo extranjero. También se cantó una versión con el nombre de Viva la XV Brigada, compuesta por rusos, cubanos, ingleses, yanquis y canadienses, la mayoría de los cuales murió en combate. Nuestra ¡Ay Carmela! fue concebida como un rock. Comienza con un tambor marcando un ritmo que viene a representar al ejército revolucionario. La formación elegida para este tema es de power trío(19): bajo, guitarra eléctrica con distorsión, batería y una enérgica voz. Estos instrumentos funcionan conjuntamente, dando una sensación de fuerza y empuje sostenido. Agregamos también sonidos de castañuelas y palmas, que remiten al pueblo español. Se percibe el clima de batalla desde su comienzo hasta el final, donde el tambor no se detiene, al igual que el movimiento de la vida.
La historia de las sillas representa una nueva irrupción de la experiencia humana acumulada, esta vez, de la pluma de Silvio Rodríguez. Cubano, de origen campesino, fue estudiante, alfabetizador, empleado gastronómico, dibujante, soldado y cantante. Trabajó con el grupo de experimentación sonora del ICAIC (Instituto Cubano de las Artes y de la Industria Cinematográfica), donde grabó sus primeros discos y canciones. Fundaría, en 1967 y con Pablo Milanés y Noel Nicola, el movimiento de la Nueva Trova. Silvio reconoce la influencia de los primeros escritores románticos, en particular, Lord Byron, Hoffman y Poe, así como la de Bob Dylan, Los Beatles, Beethoven, Tchaikovsky, Mozart, Brahms, Stravinsky, pero filia su posición ante el arte en Bertold Brecht. En La historia… aconseja al caminante mantener el buen paso. Siempre habrá sillas para tentarlo, para detener su marcha, una alusión obvia a la actualidad argentina, en pleno reflujo del Argentinazo, en el que muchos compañeros se han dejado arrastrar fuera del camino. Pero, “siempre vale la agonía de la prisa, aunque se llene de sillas la verdad”. La versión de Río Rojo, por encontrarse en la última etapa de este disco no podía estar despojada del todo. Sin embargo, por tratarse de una canción preferentemente ejecutada por un sólo instrumento (más la voz, vale aclarar), reemplazamos la guitarra por un piano que, digámoslo, suena romántico. La voz del personaje que atraviesa todo el disco, ahora se manifiesta a través de la flauta, a cargo de Saúl Martín, que surge en el último puente, en la última reflexión. Cuando aparecen las sillas que invitan a parar, la flauta se impone dando claridad al mensaje de la canción. Es un tema que da respiro a la tercera etapa y es, paradójicamente, un descanso. Pero ahora con la convicción, con la audacia que implica el transformarse en revolucionario. Por eso, la coda es una variación del puente, porque algo ha cambiado en la conciencia. A diferencia de lo que pasó el Viernes 3AM, ahora el individuo se vuelca hacia una salida colectiva y eso lo libra de la muerte, eso lo hace trascender.
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Durante más o menos dos años, Portugal se vio arrastrado hacia lo que se conocería como la Revolución de los claveles, que derrocó a la dictadura más vieja de Europa, dominando el país desde 1926. Atrasado, envuelto en una guerra colonial en Angola, Portugal presencia la última insurrección obrera de Europa capitalista en el siglo XX. El hecho que detonó la bomba fue el derrocamiento del gobierno dictatorial por los militares del Movimiento de las Fuerzas Armadas. Los trabajadores salen a la calle en su apoyo, participan del asalto de los cuarteles, de la toma de plazas y medios de comunicación. Cae el presidente y los obreros reclaman el socialismo y la nacionalización de la economía. Claveles rojos en los fusiles de los soldados le dan nombre a la revolución. Se decreta inmediatamente el fin de la guerra, la independencia de Angola, Guinea y Mozambique, comienzan las ocupaciones de fábricas y haciendas y se crea una economía nacionalizada. La traición del PC y del Partido Socialista, junto con la aparición de un ala derechista dentro del MFA, hizo posible el golpe de estado de noviembre de 1975. Con los socialistas en el gobierno, se rechazó la independencia de Angola, se derogó la ley de unidad sindical y se comenzó a devolver sus propiedades a los burgueses y a purgar el ejército. José Afonso, autor de Os indios… participó del movimiento revolucionario (una de sus canciones Grandola Vila Morena fue el himno de la insurrección), iniciando la renovación del Fado, la canción popular portuguesa. Cercano al Partido Comunista, es perseguido y encarcelado por la dictadura. Se relaciona con el movimiento revolucionario LUAR, al que le dedica Viva o Poder Popular. Nuestra versión de Os indios da Meia Praia, una canción dedicada a la experiencia de construcción comunitaria de casas en la playa de Meia Praia, puerto de Lagos, durante la revolución, comienza con una melodía muy dulce interpretada por instrumentos cálidos como son los de cuerda, en este caso, guitarra, charango y bajo. Luego llega la voz y también la batería. La obra va a ir tomando fuerza a medida que transcurra el relato, siempre manteniéndose la imagen de la brisa, la frescura y la alegría de aquel levantamiento de trabajadores en las costas de Portugal.
Guantanamera, una guajira-son, es, como ¡Ay Carmela!, una canción de letra cambiante. Comienza casi siempre con partes del primer poema de los Versos Sencillos, de José Martí, especialmente con el célebre “Yo soy un hombre sincero…”, pero sigue según le guste al que la canta. Dada la enorme cantidad de intérpretes de Guantanamera, la cantidad de versiones es igualmente enorme, desde Pete Seeger hasta León Gieco, pasando por Naná Moskourí, Julio Iglesias, José Feliciano, Joan Báez, Joe Dassin, Carlos Puebla y tantos otros. La música fue compuesta por Joseíto Fernández, en 1928 (aunque en 1993 el “Diablo” Wilson inició un juicio reclamando la propiedad), pero alcanzó la fama internacional con la interpretación de Pete Seeger en 1963, que fue quien le agregó los versos de Martí (aunque parece que sólo los tradujo al inglés y el que los ligó con la música habría sido Julián Orbón). Sea como sea, es la canción cubana más popular del mundo y no podría ser otra la que cerrara este trabajo: la revolución es posible. Nuestra Guantanamera comienza con ritmo de bossa-nova. Tranquila, sencilla y sobre todo cálida es esta primer parte del tema, la cual contiene en sí lo que saldrá explosivamente en la segunda. Se produce el estallido cuando el piano dispara los primeros acordes ya en ritmo de son cubano. Aquí se logra un ambiente de claro clima festivo con la banda ya completa: batería, bajo, guitarra criolla, piano, tres cantantes (a Gabriel y Florencia se suma Carlos Andino) y flauta traversa (Bernardo Baraj). La revolución esta en marcha y eso merece y significa una inmensa alegría…
La internacional suena al final recordando que la lucha continúa. Letra de Eugene Pottier (1871) y música de Pierre Degeyter (1888), se transforma en el himno de la Segunda Internacional en 1896. A partir de allí, ha simbolizado siempre la unidad de los revolucionarios que luchan por el socialismo. Para este tema escribimos la melodía del estribillo “en espejo”, la grabamos con la guitarra y por medio de un recurso de la computadora la invertimos. Resultado: nos quedó la melodía al derecho con las intensidades al revés. Quiere decir que el ataque de la cuerda (momento de mayor intensidad) aparece al final de cada nota como si estuviera aspirada. Son como múltiples “mini crescendos.”
Termina así el recorrido que iniciamos con Beethoven: la realización de las potencias de la revolución burguesa por medio de una nueva revolución. Aunque ella ya está presente como posibilidad y como exigencia de las mismas contradicciones de la sociedad en que vivimos, su realización plena requiere mucho más que canciones. Ninguna obra de arte puede reemplazar a la sangrienta y desgarrada lucha material. Sin embargo, eso no la exime de presentarse al campo de batalla y tomar su lugar en la contienda. Eso intentamos, apurar el paso y sumarnos al ejército de artistas que construye la mayor de las obras de arte de la historia humana: el socialismo. El inicio de otro largo y, no podría ser de otra forma, sinuoso camino.
(19) Power trío: típica formación de banda de rock instrumentada por batería, bajo y guitarra eléctrica.
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